Escrito por Paola Lourdes Siñani Cruz
La cuarentena
en la sede de gobierno dejo ver las falencias de la UMSA además de sus
prioridades: la transmisión de conocimientos, la formación de intelectuales
para producir ciencia y coadyuvar al desarrollo de nuestro país, entre las más
importantes, puso en tela de juicio el no estar preparada para patologías en
tiempos de COVID-19. La universidad presenta ciertas funciones
incuestionables e indispensables, entre ellas se encuentran, por ejemplo; la
docencia, la investigación, -en especial y el fin esencial de este-; la
creación y transferencia de conocimientos desde una perspectiva holística y
tradicional. Sin embargo, adolece de patologías al momento de llevar a cabo sus
tareas. Este padecimiento no es consecuencia de la
pandemia, al contrario, son efectos producidos por una larga cadena de hechos y
creencias desde el momento de su creación, ya Ortega y Gasset en su libro
“Misión de la Universidad”, reflexiona sobre el asunto, a pesar de ello, la
cuarentena ha dejado vislumbrar algunas de las patologías presentes en las
universidades, pero nos remitiremos esencialmente a la Universidad Mayor de San
Andrés. La
primera patología identificada consiste en la conversión automática que hubo en
el proceso cognitivo, es decir, en una automatización del saber. Se está
produciendo una exteriorización del saber al eludir el principio por el cual,
la obtención del saber es indisociable de la formación del espíritu y la
persona, un ejemplo de ello se da cuando se consideran los datos descriptivos,
cuantitativos como conocimiento adquirido, cuando esté sólo significa el
recurso para iniciar el análisis. Una
segunda patología es la primacía de la técnica frente a la reflexión y la
crítica, pasamos de cuestionarnos si ¿eso es verdad?, al ¿para qué sirve? Y
este último punto se refiere a la mercantilización del saber que corresponde a:
si se comercializa o no, concluyendo en suponer una deslegitimación del docente
tradicional, y su método de enseñanza, que consiste en las redes de memoria;
enseñanza de trucos y artimañas como medio para transmitir el saber, porque hoy
por hoy, cuenta más las aptitudes prácticas que las aptitudes en la que se ven
involucrados la razón y la crítica. En palabras de HCF. Mansilla “Hasta hoy
en Bolivia la astucia es considerada como una forma superior y hasta sublime de
la inteligencia, y no sólo en el imaginario popular”, también existe cierta
propensión de reducir la realidad a la simple acumulación de datos,
operatividad e información cuantitativa cuando el escenario está repleto de
matices.Es imperante advertir que el conocimiento de las
cosas no debe reducirse a la simple aglomeración de datos o tecnicismos, sino
en la compresión real de la realidad, sin esta aprehensión no hay saber ni
conocimiento. Un ejemplo de ello es al comparar universidades de diferentes
países, si tener en cuenta el contexto y las funciones sociales. Otra patología es la tendencia de ver a la
universidad solamente como una institución para el empleo y la capacitación, si
bien es una de sus funciones no es la única, se debe priorizar la función
crítica y social que consiste básicamente, en lograr que esa masa voluble se
convierta en una masa crítica que contiene
conocimiento en base a la innovación, creatividad, e investigación,
sobre todo el pensamiento complejo, debe desarrollarse en personas capaces de
transformar su entorno social, y no así alejarse de los criterios humanísticos
para dar preeminencia a la razón-operativa, y la razón-técnica,
distanciándose de una lógica empresarial
y capitalista.
Como bien indica el título: La Universidad además de..., es una entidad que defienda la igualdad y libertad, (esta última entendida como una facultad del hombre a construir su futuro a partir de una deliberación racional), debe desafiar a la realidad constante, haciendo del debate y el enfrentamiento como algo talante, es decir construir espacios en el que se generen criterios diferentes, y a través de ellos comprender la diversidad de ideas y realidades. La llegada del Coronavirus a nuestro país ha dificultado el proceso de enseñanza en todos sus niveles, las universidades públicas olvidaron su papel en la sociedad y optaron por una falta generalizada de comunicación con los estudiantes, sobreponiendo los imperativos político-sociales frente a las funciones esenciales de toda casa de estudios; siendo la más importante “la transferencia de conocimientos”. Es el momento de reivindicar las funciones esenciales de toda la universidad y subsanar al mismo tiempo las patologías que presenta, para lograr nuestras prioridades será indispensable que tanto alumnos como docentes asimilen lo forzoso que es vivir a la altura de tiempos modernos con patologías y pandemias que nos inducen a retos inesperados descubriendo la fragilidad de nuestra casa superior de estudios que no está preparada ni, a la altura de las nuevas ideas de estos tiempos venideros Para finalizar quiero remarcar que no existe una receta mágica o una guía de instrucciones que nos ayude o nos dé el secreto para mejorar la educación, sin embargo, debemos reconocer que en la UMSA escasea de investigación, y reconocerlo es un paso para pensar en soluciones; trabajar en esta y en las futuras generaciones sumadas a un desarrollo, una ética y una responsabilidad, en sentido individual y colectivo auguran –posiblemente- a mejorar la educación y como efecto inmediato colaborar al progreso de nuestro país.
BIBLIOGRAFIA·
José
Ortega y Gasset. “La Misión de la Universidad”, Buenos Aires, 1930.
·
H.
C. F. Mansilla “Retórica
convencional y falta de curiosidad en el ámbito universitario”, página
siete, 21 de julio de 2019.
Como bien indica el título: La Universidad además de..., es una entidad que defienda la igualdad y libertad, (esta última entendida como una facultad del hombre a construir su futuro a partir de una deliberación racional), debe desafiar a la realidad constante, haciendo del debate y el enfrentamiento como algo talante, es decir construir espacios en el que se generen criterios diferentes, y a través de ellos comprender la diversidad de ideas y realidades. La llegada del Coronavirus a nuestro país ha dificultado el proceso de enseñanza en todos sus niveles, las universidades públicas olvidaron su papel en la sociedad y optaron por una falta generalizada de comunicación con los estudiantes, sobreponiendo los imperativos político-sociales frente a las funciones esenciales de toda casa de estudios; siendo la más importante “la transferencia de conocimientos”. Es el momento de reivindicar las funciones esenciales de toda la universidad y subsanar al mismo tiempo las patologías que presenta, para lograr nuestras prioridades será indispensable que tanto alumnos como docentes asimilen lo forzoso que es vivir a la altura de tiempos modernos con patologías y pandemias que nos inducen a retos inesperados descubriendo la fragilidad de nuestra casa superior de estudios que no está preparada ni, a la altura de las nuevas ideas de estos tiempos venideros Para finalizar quiero remarcar que no existe una receta mágica o una guía de instrucciones que nos ayude o nos dé el secreto para mejorar la educación, sin embargo, debemos reconocer que en la UMSA escasea de investigación, y reconocerlo es un paso para pensar en soluciones; trabajar en esta y en las futuras generaciones sumadas a un desarrollo, una ética y una responsabilidad, en sentido individual y colectivo auguran –posiblemente- a mejorar la educación y como efecto inmediato colaborar al progreso de nuestro país.
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