#tendencias #transgénicos
Escrito por Carlos Alberto Espinoza Arce
Espero
que al momento de leerse esta publicación, todavía siga latente la discusión
sobre los alimentos genéticamente modificados y su “introducción” en la
industria agropecuaria boliviana, y que no sea un simple berrinche que marca una
tendencia momentánea en las redes sociales (Facebook, Twitter, etc.) espacios
donde todos somos jueces, verdugos y podemos emitir opiniones con toda la
libertad que nos otorga la “autoproclamación”.
¿Por
qué se puso de “moda” protestar y preocuparse por los transgénicos si
anteriormente lo ignorábamos o era un tema que desconocíamos? Irónicamente, y
aunque me cueste admitirlo, al escribir este blog también nos dejamos arrastrar
por la ola de los Hashtags y la tendencia. Podría decirse que en las redes
sociales se encuentra cierto placer en ser “opinólogos” (neologismo despectivo
pero acertado) y arrojamos sin rumbo ni responsabilidad nuestra percepción de
las cosas y situaciones para demostrar a otras personas: ¡Oigan! ¡Yo también
tengo algo que decir sobre este tema antes de que a nadie más le importe y pase
de moda! (queremos evitar ser opinólogos, y esperamos optar por la formación de
un criterio y disfrutar del aprendizaje).
Nuestro
objetivo no es criticar a los que se manifiestan a favor o en contra de los
transgénicos, tachándolos de hipócritas o de hippies, sino de aprovechar los
beneficios de la reflexión y siempre cuestionándonos, utilizando los signos de
interrogación como la mejor forma de hacerlo, por eso nos llega un bombardeo agobiante
de preguntas:
¿Por
qué ahora nos importa la salud y soberanía alimentaria si este tema no
representa una novedad? ¿Por qué hay gente que está en contra de la producción
de alimentos genéticamente modificados en Bolivia si de todas formas los
consume en otros productos procesados? ¿Nos convierte en alguien hipócrita que
solo quiere utilizar un hashtag y hacerse notar ante su círculo social? ¿Se
trata de una discusión politizada que seguimos arrastrando desde octubre del
2019?
Por
supuesto surgen otras preguntas que se acercan más a la esencia de la
problemática, y que posiblemente sean más relevantes, aunque no dejan de ser agobiantes, como: ¿Qué entendemos por
soberanía alimentaria? ¿Qué tan pesada es la economía nacional frente a otros
sectores como la salud? ¿Quiénes serán verdaderamente beneficiados con la
ejecución del controversial Decreto Supremo? ¿Será favorecedor o perjudicial
para los pequeños productores campesinos? ¿Acaso son las circunstancias de
tensión política que nos hace condenar cualquier paso en falso del gobierno?
Son demasiadas preguntas para una polémica y seguramente existen más.
Repasemos
brevemente la discusión de las redes y tratemos de
descubrir que hay detrás del interesante #NiEnMiChichaNiEnMiHuminta. Aparentemente
su difusión no es exclusiva para activistas ecológicos o veganos fanáticos, son
cada vez más las personas que se suman al repudio del maíz transgénico (choclo
para los paisanos - #SUPERCHOCLO); pero el decreto supremo menciona también la
autorización al Comité Nacional de Bioseguridad para el establecimiento de
procedimientos abreviados para la evaluación de la caña de azúcar, algodón,
trigo y la soya. Hay más productos contemplados, solo que el maíz alcanzó un
mayor grado de popularidad.
Lo gracioso
fue la predecible reacción de la gente al respecto. Naturalmente nos reunimos
en bandos, rechazando todo aquello que se oponga a la bipolarización; es
decir, estás a favor o estás en contra,
ignorando terceros puntos de vista que tímidamente apenas se hacen notar. Nos
encanta arrojarnos piedras los unos a los otros, pretender que somos expertos y creer que estamos apoyando la causa correcta
y al bando de mayor inteligencia, objetividad o moralmente superior. Otro
aspecto fantástico, es la habilidad que tenemos para vincular rápidamente un
tema con otro; por ejemplo, anteriormente cuestionaba si el tema de los
transgénicos encubría un discurso politizado que todavía sigue vigente y de
moda - pues parece que sí - aparte de poner al gobierno transitorio en tela de
juicio una vez más (desde que ser “pitita” ya no es tan “cool”), fugazmente
resurgen y se esparcen otras averiguaciones que no solo involucran al gobierno
actual, sino coloca en la misma “bolsa transgénica” a varios personajes contemporáneos
de la política, al gobierno anterior, y posiblemente al anterior a este último y
así regresivamente.
Sin
darnos cuenta, la discusión se transforma en un arrebato político, y el problema
medular (que en mi opinión, solo el
campo de la biotecnología puede aclarar) pasa a un plano consumido por el furor
de las manifestaciones sociales, que lastimosamente son efímeras y
desmemoriadas como la moda o las tendencias.
Todo
lo mencionado, no implica que no podamos tomar una posición compatible con lo
que valoramos; al contrario, si declaramos nuestra preferencia por esa
posición, ya sea polarizada, a favor o en contra (o terceras opciones), nos
compromete a ser responsables con lo que predicamos; y al ser responsables,
permitimos que nuestra opinión se transforme en argumentos y generamos un
intercambio enriquecedor, y no así una pelea absurda que inunda las redes y que
seguramente se perderá en poco tiempo hasta que aparezca otra confrontación que
se ponga de MODA y deje obsoleto al anterior.
Entonces,
¿somos hipócritas porque no sabemos lo que queremos ni lo que reclamamos, y nos
dejamos llevar por las tendencias mezcladas y politizadas de las redes? Pues no
necesariamente, depende de nosotros si nos dejamos absorber o no, simplemente
es un llamado a la reflexión, formar paciencia y tolerancia, a tomarlo con
calma que no hay prisa y sobre todo a generar conciencia crítica.
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